26.4.13

Me gustó romper el agua que caía sobre el agua amansada

El camino llevaba a la fuente del agua clara que no paraba de manar. Lo de menos era el agua, en serio. Lo que más se agradecía tras aquel camino del jardín era el sonido, el romper el agua que caía sobre el agua amansada.

No había nadie, el agua y yo. El jardín y el agua. Estaba nublado como queriendo mandar más agua todavía, pero me acerqué a tocarla, pues si algún agua me interesaba era aquella de la fuente que sonaba.