12.10.13

Contempladores de la Lonja de Zaragoza

Los pusieron en lo alto para vigilarnos, para que estuvieran pendientes de nuestras compras y ventas.

Pero con los años han perdido frescura y se les ha quedado una cara de piedra, seca y enjuta, como desabrida tras los muchos fríos y calores de los siglos inmóviles. 

Nunca se les presenta queja alguna. 

Ellos simplemente miran.