11.11.14

Casa Botines de León, un Gaudí alejado de Cataluña

Antonio Gaudí tuvo que trabajar fuera de Cataluña como es lógico en un gran arquitecto que debe rellenar huecos laborales para ganarse los sustentos. En un impase de su construcción más famosa, la Sagrada Familia, aceptó realizar este edificio en la ciudad de León a finales del siglo XIX, en un tiempo record pues solo invirtieron 10 meses en construirlo, teniendo en cuenta además que no había excesivos albañiles profesionales y de calidad por lo que al final se requirió a la piedra como elemento más importante del edificio. Gaudí tenía amigos comunes con los propietarios del solar y del nuevo edificio lo que posibilitó su llegada hasta la ciudad castellana, además de estar trabajando en las mismas fechas en el Palacio Episcopal de Astorga.

Aquel edificio hoy banco, iba a nacer también como local de oficinas de prestamista y compra venta de acciones y de comercio de telas, además de para viviendas particulares tanto para los dueños del edificio como otras plantas superiores para alquilar a gente de León, mostrando una bella imagen al exterior en una ciudad que empezaba a crecer desde su zona vieja hacia un ensanche nuevo desde la zona donde se edificó este edificio. Sus formas, la mezcla de piedra caliza y hierro, los negros de la pizarra con el banco de la caliza, forman un conjunto maravilloso con un pequeño secreto escondido.

El edificio está presidido por un San Jorge sin caballo o un San Miguel, que nunca se sabe bien la diferencia entre ellos, que se quiso suprimir en una reforma del siglo XX para poner en su lugar la Virgen del Camino. Pero al intentar quitar la figura de San Jorge descubrieron que en su interior se conservaban en un habitáculo los planos del edificio y además de más documentos de la obra unos periódicos de la época, como una primera piedra en la que seguramente fue una de las últimas que se pusieron en la obra. Era obra de Gaudí, efectivamente.

Pero si la zona frontal impresiona en una plaza rodeada de bellísimos edificios que rodean todo el entorno, hay que trasladarse a la zona trasera del edificio Botines para ver la belleza y el guiño que Gaudí deja con este edificio, al construir la esquina más fuera de escuadra del edificio, como si de una proa de barco fuera, en una visión que además permite fotografiar mucho mejor que en ningún otra la belleza total del edificio.